He aquí un resumen de los principales puntos a tener en cuenta. Si sigues estas pautas para combinar antigüedades con objetos modernos, es difícil que te equivoques:
Siempre es mejor quedarse corto que pasarse: empieza introduciendo piezas muy poco a poco, para ir haciéndote el ojo e ir viendo cómo evoluciona la sala según vas metiendo piezas antiguas.
No metas muchos estilos decorativos juntos, lo suyo es jugar con un par de estilos: uno predominante, que marque el look del conjunto, y el otro es el que singulariza la decoración dando los detalles diferenciadores.
Si metes antigüedades, que sean de verdad, nada peor que una imitación mal hecha. Si no te puedes pagar la cómoda Luis XVI de 1768, con marquetería en mármol y aplicaciones de bronce, no te compres una imitación: puedes introducir objetos antiguos de verdad asequibles a todos los públicos, como máquinas de escribir, teléfonos antiguos, o muebles “viejos” susceptibles de ser reinterpretados.
Tapiza sillas, sillones antiguos que tengas por casa (o compres en mercadillos) pero que no utilizas porque “no pegan”. Eligiendo bien la tela puedes adaptarlos a cualquiera que sea el estilo de decoración que tengas.
Plantéate transformar ese mueble viejo y en desuso que tienes por casa. Con un poco de orientación puedes jugar y sacarle mucho jugo a piezas que te estás planteando tirar directamente, y al elegir tú su look final lo puedes adoptar a la decoración que ya tienes.
Ídem con el dorado de piezas: un espejo o un cuadro con un marco antiguo puede dar un toque único… Un consejo: cuidadín con abusar de este recurso.
Y como comentaba antes, puedes ir poco a poco introduciendo objetos que contrasten con el resto de tu decoración y den ese contrapunto de estilo: lámparas, alfombras, candelabros, esculturas, cerámica… Percheros, baúles (muy útiles a los pies de la cama), un globo terráqueo, los 1.001 utensilios que puedes encontrar para la cocina…
A veces veo que hay como un “miedo” a entrar en este mundillo, como un “esto no es para mí”. Muy caro, muy clásico, muy desconectado con mi tipo de decoración… llamémosle, resquemor.
Tener antigüedades no es lo que crees, no hay que ser tan entendido, no hay que ser poseedor de grandes fortunas.
Quizá tenemos muchas barreras mentales con respecto a lo antiguo, lo viejo, lo vintage. Pensamos que son piezas caras por defecto, y difíciles de combinar.
No todos los anticuarios son inaccesibles, no todas las subastas de arte son como las de las pelis, y… existen los mercadillos, maravilloso terreno del regateo y muestrario de objetos y muebles que pueden ser tuyos por mucho menos de lo que piensas.
En esto, como en todo, hay que buscar un poco y si no empezamos por las antigüedades (piezas de más de un siglo de historia), nos adentramos en este mundo por el vintage o lo almoneda (piezas con un mínimo de 40 años)
En resumen, debemos perder el miedo a preguntar, buscar la seguridad del vendedor en su oferta y si la pieza nos transmite “algo”, vamos a intentar consensuarla con nuestro presupuesto.